¿Guatemala rica?

por José Raúl González Merlo publicado en la columna HOMO ECONOMICUS.
Prensa Libre 26 de octubre de 2010.


Para ser rico hay que trabajar adecuadamente.


Uno de los errores mentales más divulgados es creer que “Guatemala es un país rico” y que “el problema es que la riqueza no está bien distribuida”. He oído decir esto tanto a políticos como a empresarios y personas de diversas clases sociales. Es una especie de consolación mental de cara a la existencia de tanta pobreza en nuestro país. Lamentablemente es un grave error; y continuar pensando así nos mantendrá en el subdesarrollo.


La pobreza es el estado natural de las personas. La riqueza es lo extraordinario. Así ha sido siempre y, a menos que regresemos al Jardín del Edén, así seguirá siendo. Desde que fuimos condenados a “ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente”, es el trabajo lo que nos saca de la pobreza; y es el capital el que nos hace productivos para llevarnos más rápidamente a la prosperidad. Así que, lamentablemente, con todo y el lago de Atitlán, las ruinas de Tikal, la Antigua Guatemala, y el resto de bellezas y recursos naturales (oro, petróleo, etcétera) somos un país pobre. En cambio, Japón, prácticamente sin ningún recurso natural y únicamente su bello monte Fuji, es un país cuyos ciudadanos son mucho más ricos. Bien decía Peter Drucker que “no hay países subdesarrollados sino países subadministrados”.



Las cifras son contundentes. De acuerdo al Banco Mundial, si usted divide toda la riqueza que los guatemaltecos son capaces de producir en un año, entre el número de habitantes, sale un valor cercano a los 4,000 dólares. Haga lo mismo con Japón y le va a dar cerca de 30,000 dólares. Casi ocho veces más. El PIB per cápita es algo así como el ideal socialista porque, cada ciudadano, de cada país, en teoría, obtiene la misma cantidad de la riqueza. Reparta la riqueza por igual; aún así los chapines nunca llegaríamos a tener ingresos similares a los japoneses. ¿Entonces? ¿Qué es más útil para ser ricos: las ruinas de Tikal y la Antigua Guatemala o una cultura de productividad? ¿El oro, el petróleo y otros minerales enterrados o la educación e inversión en bienes de capital?


En nuestro caso, afortunadamente, no estamos forzados a elegir entre una cosa y la otra. Podemos tener lo mejor de los dos mundos: el lago de Atitlán con desarrollo. Pero, para ello, debemos estar de acuerdo en los medios para alcanzar ese fin. Si no lo hemos logrado hasta ahora es porque, en algunos casos, hay personajes que, deliberadamente, se dedican a bloquear la prosperidad. En otros porque neciamente seguimos eligiendo los medios equivocados. Lo cierto es que no hay nada, excepto nosotros mismos, que impida que seamos prósperos.


Así que, ¡sorpresa! no somos ricos, somos pobres. Quitémonos esa idea de la cabeza para poder comenzar a trabajar en crear la riqueza en lugar de creer que redistribuyendo la poca que existe vamos a prosperar.


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